Cuando era pequeña solía pasar horas enteras sentada en las raíces de un árbol que para mí era el árbol más grande y más hermoso de toda la costa...
Imaginaba situaciones... me contaba a mí misma maravillosas situaciones que ocurrirían desde ese preciso momento...
Estaría sentada allí y se posaría en mí un pajarito al que yo entendería de sólo mirar...
Me daría tranquilidad... me diría que pronto estaríamos mejor... que el mundo era, sin dudas, un lugar hermoso... que más allá del río existirían miles de paisajes verdes y floreados, y miles de otoños amarillos que brillen sobre las calles de otras ciudades dónde no se oirían las cosas que se escuchaban en mi ciudad... lamentos, decepciones, espantos...
Así, durante horas imaginaba charlar con algún ser cambiante, que me contaba de otros lugares, lugares hermosos, lugares llenos de amor y de felicidad... lugares a los que me prometía llegar alguna vez... porque debían de existir... no todo podía ser la realidad que me rodeaba... no... seguramente había un lugar para mí... seguramente había un lugar donde la gente no llore, donde el dolor no se pueda describir de tan desconocido, donde no existan los gritos, ni los cachetazos, ni las culpas... donde poder andar descalza sin temor a las espinas, donde todos podamos andar descalzos y felices... como los chicos de mi nuevo barrio... sin lágrimas de ningún tipo, sin padres preocupados y tristes, sin risas burlonas que marquen una diferencia... así pasaban mis horas... y alguna noche en que fuera necesario yo nos contaba en voz alta, a mi misma y a mis hermanos, que lo había vivido... que hablé con pájaros, peces, dragones, semillas, árboles, hongos blancos, con el agua, con otros niños, con gente mayor cual abuelito de Heidi, con hadas madrinas... que nos quedemos tranquilos que un día nos despertaríamos en un mundo maravilloso lleno de sonrisas...
Que hermosa fue la infancia que viví!!
Hace mucho ya que no he vuelto al viejo árbol...
Crecí... crecí en un mundo real, a veces demasiado vacío, a veces aterrador, a veces desolado y varias vueltas quise salir a buscar ese otro lugar... mi lugar...
Pero... la realidad, a diferencia de lo que soñaba despierta, se va poniendo más pesada con el correr de los años...
- Hola Tía Sol... hoy de mañana la abuela Tita la retó a la abuela Lili y le tiró una olla en los pies... y la abuela Lili lloraba y se fue...
- Qué? qué pasó? pasame con tu mamá Benja...
- Mi mamita está en la pieza porque la abuela Lili se fue en un taxi porque se enojó con la abuela Tita por mi culpa y lloraba tía Sol, la abuela Lili lloraba cuando se fue...
- Cómo tu culpa... y vos cómo estás Benjamin?
- Y... triste tía Sol... yo estoy triste porque la abuela Lili se fue, y mi mamita está llorando, y la abuela Tita está triste porque se murió la abuelita de mi amigo el Facu y eran amigas y... la abuela Tita se enojó con la mamita y le gritó y le tiró una olla a la abuela Lili, porque yo quería saber tía Sol, porque se murió la abuelita de mi amigo el Facu... yo quería saber nomas...
- Si Benja, ya sé... Pero vos no tenés que estar triste ... la abuela Lili va a volver, y la abuela Tita no se enojó con vos... Los grandes a veces se ponen así... pero vos no tenés que estar triste...todo se va a arreglar...
- Tía Sol, Y cuándo venís vos?
Todavía hoy voy caminando por la calle, o en el colectivo de vuelta del trabajo, y aparece un pajarito, un hada madrina, un perro dragón, un anciano con mirada bondadosa... y me aseguran que existe un lugar... mi lugar... dónde los niños bailan descalzos y felices... lejos de los gritos, de las lágrimas, del espanto... donde no entienden de la muerte o de las culpas...
"... Qué más hacer en esta tierra incendiada sino cantar..."